Por un 10% se impuso Dieminger-Dillet sobre Maldonado-Castagnino
Las elecciones municipales de la ciudad de La Falda, en la última década, han tenido un impacto mediático importante en la antesala de disputas directas de sectores políticos a nivel provincial y nacional. En los minutos previos a la confirmación del triunfo de la dupla Dieminger-Dillet, la confluencia de distintas líneas políticas que se agruparon en el complejo Montecarlo, convertido en bunker de la lista A500 Juntos por La Falda, nos demostraba la presencia todos los líderes y sectores irreconciliables para la contienda provincial.
Nadie quiso ausentarse de está oportunidad de oxígeno político y vinieron a buscar méritos y avales naturales en el levantar de brazos compartido con los ganadores. Hasta a nivel local, dos sectores irreconciliables de Valle Hermoso festejaron a pocos metros de distancia. El tiempo está devolviendo ya respuestas de que, si esta interminable secuencia de alianzas en todos los niveles políticos, son sustentables para gobernar o solo son una herramienta más para camuflar las deterioradas listas sábanas en impactantes abrazos mediáticos. Si este es el el precio a mantener la democracia, los ciudadanos podrán seguir el juego propuesto para una elección, pero ya no para gobernar.
El caso es que La Falda tuvo una impunidad institucional desmesurada en estos últimos 8 años, y muchas más promesas que realizaciones. La lógica hubiera sido un cambio de signo político, pero la encrucijada para los faldenses estaba planteada, a pesar de contar con el apoyo de un gobierno provincial, muchos no pudieron apoyar un candidato que prometió en campaña hacer todo lo que nunca peleo desde la oposición. Está sentimiento si los trasladamos a otras futuras y próximas elecciones, siguen en todos nosotros generando más incertidumbres y preguntas sin contestación. Esperemos que los nuevos dirigentes, incluidos los que ganaron en la ciudad serrana tengan más acción, más autenticidad y honestidad, en definitiva “Más Respuestas a la Gente”.