Menos centro urbano y más campo: la COVID-19 sacude el mercado inmobiliario
Jorge Hernando Cuñado, Universidad Nebrija
Las previsiones de los efectos económicos de la pandemia de coronavirus para España son sombrías. La Comisión Europea estima para 2020 una caída del PIB del 9,4% y una tasa de paro del 18,9%. En 2021 se produciría un rebote económico, con un crecimiento del PIB de 7% y una tasa de desempleo de 17%.
Pandemia, turismo y mercado inmobiliario
Existe mucha incertidumbre sobre la duración de la pandemia y cómo va a alterar tanto al turismo como al mercado de compra y alquiler de viviendas.
El cierre temporal de fronteras y las restricciones en la movilidad han afectado a la demanda internacional, tanto para la compra de pisos como para alquileres. Otra cuestión será si este descenso se traduce en una bajada de precios.
El confinamiento producido por el coronavirus ya afecta a los alquileres turísticos, haciendo que los propietarios opten por el alquiler a largo plazo en estos tiempos de incertidumbre.
Además, la pandemia se ha propagado de manera asimétrica: mientras que en Europa parece estar remitiendo, en países como Estados Unidos, Rusia o Brasil está en plena virulencia. Estas diferentes velocidades serán un factor más que dificulte una vuelta global a la normalidad.
También habrá que tener en cuenta asuntos como la posible obtención de una vacuna o de un tratamiento efectivo para la COVID-19, posibles rebrotes y cómo evolucione la economía en la “nueva normalidad”.
Parálisis en la construcción, nuevas demandas de los compradores
Aunque aún es pronto para hacer balance, la caída del PIB, el incremento del paro y la bajada de la renta disponible auguran la caída de la demanda y el descenso en los precios en el sector inmobiliario.
Además, la quiebra y las dificultades de constructoras y promotoras a causa de la crisis y paralización en la actividad económica producidas por la pandemia, pueden incidir en el mercado de viviendas de nueva construcción.
La clave, que nadie conoce ahora mismo, es cuándo vamos a poder volver a una situación parecida a la que tuvimos antes de la aparición de la COVID-19, con libertad de movimiento entre países y sin tener que evitar las aglomeraciones.
Lo que está claro es que, tras el confinamiento, se van a producir nuevas tendencias en las compras y alquileres. Es previsible que se incremente la demanda de viviendas en las afueras de las ciudades y con zonas ajardinadas, y de residencias en el campo.
Si, además, a partir de esta crisis se normaliza el teletrabajo, es más probable que se produzcan movimientos de la habitual vivienda en ciudad a entornos menos urbanos o rurales.
Nuevos paradigmas para el sector
El sector inmobiliario tendrá que buscar nuevos retos y nichos de mercado. La expansión del coronavirus, y sus efectos en los hábitos sociales, imponen nuevas necesidades en compradores e inquilinos en busca de vivienda.
Por otra parte, debido al aumento de las compras online, la pandemia ha producido un gran auge en todo el sector logístico, que probablemente se mantendrá más allá de la desescalada. De ahí que los edificios y terrenos para las grandes plataformas de distribución, pueden ser una oportunidad de inversión dentro de esta crisis.
También va a cambiar la manera de comprar y vender casas e inmuebles a través de agencias.
Los grupos inmobiliarios buscan acercarse al cliente por todos los canales disponibles (anuncios, vallas, marketing telefónico, redes sociales…) y acompañarlo en todas las fases del proceso de compra de una vivienda.
También se tiende a la digitalización en este mercado (visitas a los inmuebles mediante realidad aumentada, redes sociales…). Las visitas físicas a inmuebles estarán acompañadas de medidas higiénicas y de prevención.
Incluso el diseño y la construcción de viviendas podrían cambiar tras la pandemia, tratando de primar la prevención, redefiniendo la áreas comunes y diseñando para minimizar el contacto de los usuarios con superficies ajenas a su hogar. Además del emplazamiento de la vivienda, cobrarán nuevo protagonismo la luz natural, los jardines, los espacios de teletrabajo y los balcones y las terrazas.
Aprendiendo de la crisis
Es posible que, mientras no exista vacuna contra la COVID-19, haya rebrotes, o que aparezcan nuevas enfermedades contagiosas. Por tanto, usemos esta experiencia para estar preparados para esos nuevos escenarios.
Tanto el turismo como la construcción son sectores básicos en nuestra economía. Esta pandemia y esta crisis pasarán, pero se debería aprovechar este “tiempo muerto” para mejorar e innovar en estos sectores en los que estamos especializados.
Pasadas la emergencia sanitaria y económica, los cambios en la demanda de viviendas podrían ayudar a conseguir una mejor distribución territorial de la población, mejorando los problemas de la España vaciada.
Por otra parte, sería una pena no aprovechar la oportunidad para dejar de tener ciudades para los coches (tal y como hemos constatado al salir a pasear en estos tiempos de confinamiento), y promover el uso de la bicicleta y los carriles bici para los desplazamientos. Y si hay que utilizar el coche que sea preferentemente eléctrico. Usemos esta crisis como oportunidad para renovarnos, innovar y construir un futuro mejor.
Jorge Hernando Cuñado, Profesor de Economía y Empresa, Universidad Nebrija
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.