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Algunas certezas para el día después

Quizá el sentimiento que mejor define este momento sea el de incertidumbre. Cuando parecía que nos habíamos acostumbrado a la sucesión de cambios acelerados, nos encontramos con una circunstancia aparentemente imprevista y que quiebra muchos esquemas. Es cierto que la pandemia ha llenado de incógnitas el futuro, y que en muchos ámbitos carecemos de referentes sobre los que apoyar nuestras decisiones. Pero también lo es que sigue habiendo evidencias, certezas que es preciso recordar.

Una certeza: El mundo ya ha cambiado desde que apareció la epidemia, pero los nuevos problemas no acaban con los anteriores. El hecho de que, por primera vez desde hace más de treinta años, desde la India se puedan ver las grandes montañas del Himalaya, nos recuerda que “cuando todo esto acabe” el cambio climático seguirá siendo una de las mayores amenazas que debe afrontar la humanidad.

Sabíamos, y lo estamos comprobando con emoción, que la cohesión social, la solidaridad y la empatía son las herramientas más necesarias ante la adversidad, igual que sabíamos que la desigualdad es, en sí misma, una de las enfermedades más extendidas y letales.

Sabíamos, y en estas semanas de teletrabajo, de ocio digital y de comercio electrónico lo hemos sentido intensamente, que la revolución tecnológica abre un mundo de oportunidades donde las personas deben posicionarse en el centro. Sabíamos que más que nunca en una sociedad digitalizada la educación es la clave del progreso, y que formar a los jóvenes en las competencias y habilidades que demanda el nuevo mercado laboral es la mejor forma de protegerles frente al riesgo de exclusión. Hoy, bajo la amenaza de una nueva crisis económica, estamos aún más convencidos de ello. Y la reclusión obligada ha propiciado que muchas personas redescubran la capacidad emancipadora de la cultura.

Cuando lo imprevisible parece dominarlo todo, las mejores herramientas para la acción pueden ser algunas certezas.

Carmen Morenés

Directora general de la Fundación Telefónica

 





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Ilustración: Foto de tapa del libro “Ecos de la montaña” de Jorge Gonzalez. 

Cuyo prólogo tiene impreso un mensaje afin al contenido del artículo :

“El haber andado por las montañas con el ánimo de subirlas, me dejó un enorme aprendizaje sobre la voluntad, el temple, valores y mezquindades… fue por la gran oportunidad de verme a mí mismo con transparencia y de manera llana. Y aunque cuando hace frío tengo frío los recuerdos de otros helados días abrigan un poco. Creanme.”

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