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La Falda: Clase Magistral de la actriz y directora Cristina Banegas

Movil TDC en vivo este jueves 8 de junio desde el Salón Marechal, con la Clase Magistral, “la improvisación y el texto", a cargo de la docente de teatro, actriz y directora argentina Cristina Banegas.Una iniciativa del área de cultura del municipio de La Falda, que generó una importante oportunidad para actores, directores, escritores y artistas en general de encontrarse con una referente del arte de gran trayectoria, una de las más importantes en la actualidad del teatro de nuestro país.

(Fuente base: Marina Zucchi sección espectáculos de Clarín)

Hija única del matrimonio entre la actriz Nelly Prince y el productor Oscar Banegas, creció en una casa donde actuar era algo tan natural como tomar un vaso de agua. La pareja se había conocido en el teatro Cervantes. Su padre, primero químico, había inventado los caramelos con vitaminas, pero se fundió y pasó a dedicarse a la producción de televisión. Su madre, pionera de la radiofonía y la pantalla chica, cantante y locutora, la criaba entre camarines, micrófonos y cables. "Ambos trabajaban en el viejo Canal 7 de Ayacucho y Posadas, donde también estaba Radio Belgrano. 

Pasaba horas en esos recovecos. Recuerda acompañar a su padre, que producía Noches de ballet, los domingos con bailarines del Colón. Ella se escondía detrás del piano de cola y miraba extasiada.

Primero estuvo la poesía, como semilla de todo lo otro. Cuenta que a los diez años escribió su primer poema, un soneto manuscrito que conserva en una caja. Lo llamó Tristeza. El último verso terminaba diciendo: "Que la vida no tiene sentido".

En 1967 se produjo el debut actoral. Escribió una obra infantil, Requetebonete, con música de Leda Valladares, y la protagonizó. Para 1979 -después de ser prohibida en teatros oficiales y algunos canales- se mudó a España, donde vivía su padre y a quien cuidó hasta su muerte. Regresó a fines de 1982, cuando ya se olía la democracia.De aquel primer impulso actoral inconsciente, pasó a estudiar con Augusto Fernandes. Cinco años dedicada al perfeccionamiento. Para 1972 conoció el "pánico escénico". Puso el cuerpo a una obra sobre los tupamaros, Juan Palmieri, compartiendo escena con la maestra Alejandra Boero. "Tuve una taquicardia tal, entre cajas, detrás de escena, que pensé que me iba a infartar. Me había roto el alma estudiando. Así empezó mi relación con el pánico escénico", recuerda. Fue allí que la vio el mismísimo Alfredo Alcón y la invitó a trabajar en "Recordando con ira". Sería un viaje sin retorno hasta "el miedo".

Amiga de Jorge Bergoglio en Los dos Papas.‎ Actuó en la película protagonizada por Anthony Hopkins‎ y ‎Jonathan Pryce después de que el director brasileño Fernando Meirelles pidiera entrevistarse con "la mejor actriz argentina". El currículum de Banegas era imbatible: más de 60 obras interpretadas, entre textos laberínticos de Dostoievski, Shakespeare, Sófocles, García Lorca. Unas 40 películas y casi la misma cantidad de premios, entre ACE, María Guerrero, Florencio Sánchez, Martín Fierro y Konex. Hasta un Emmy internacional levantó como actriz por Televisión por la inclusión.

“Me pasó de todo. Imaginate que en más de medio siglo ocurre mucho. Pero también está ese otro rol, el de la dirección, la docencia, la escritura. Eso acompaña y complementa las búsquedas de la poética.

Antes de empezar a dirigir, actuar era totalmente imprescindible. Ahora tengo una relación diferente con la actuación. Puedo actuar o no actuar. Tengo un gran vínculo con la dirección y la docencia”.

Hace 34 años compró una casa chorizo en Villa Crespo. Dos habitaciones, una cocina, un patio y un galpón. No imaginaba que en ese galponcito donde había funcionado una broncería, ella también esculpió, trabajaría las palabras, los silencios y los gestos como si fueran un metal precioso. Ni que allí levantaría un teatro.

Todo empezó con un "no". Con la negativa de Kive Staiff, por entonces director del Teatro San Martín, de aceptar para ese complejo la obra que ella ensayaba junto a Alberto Ure (El padre, de Strindberg). "¿Y si la hacemos acá?", se le ocurrió al hombre del apellido breve. Cristina compró 50 sillas, una consola precaria a la que llamó "la chatarrita", y así nació un templo teatral:El excéntrico de la 18.Cristina entendió que un auditorio teatral no es algo tan obtuso como un determinado espacio físico. Hace tiempo que sabe que así como su hogar se convirtió alguna vez en un hábitat con escenario, su cuerpo es hoy su propio teatro.

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